¿Cómo medir el silencio?

El PP ganó las elecciones, tal y como estaba previsto, aumentando su porcentaje de votos y su número de escaños. No hubo finalmente sorpasso y el PSOE resistió el desafío de Podemos.

Si bien todos los sondeos predecían la victoria del PP, ninguno auguraba una subida tan acusada como la que se ha producido en relación al 20D. Si la encuesta a pie de urna daba un 28,5% para los populares, la última encuesta conocida, justo la noche anterior (26j), y realizada por GESOP para el periódico de Andorra, estaba dando un 28,7%, muy lejos del 33% obtenido.

El 20 de junio, último día legal para publicar en cuestas, las de GAD3 daban al PP un 30,7%, la de TNS un 29,6%, la de Simple Lógica un 29,2% y GESOP un 28,3%. Unos días antes el CIS daba al PP un 29%.
Es decir, todos los sondeos infravaloraron el resultado del PP, que fue como mínimo, 2 puntos superior a la encuesta que más se le acercó, y llegó a tener diferencias de 5 y 6 puntos.

Resulta inverosímil pensar que todos los indecisos del PP se animaran justo el último día. Y resulta equivocado creer que todas las encuestas fallaron con el PP. Las encuestas miden respuestas, pero no silencios. Para hacer una estimación de voto se preguntan más cuestiones aparte de la intención de voto, como el recuerdo de voto o la simpatía. El fenómeno parece indicar mucha gente que ha votado al PP no ha querido o podido recordar que lo votó o admitir su simpatía por ese partido político. No es que se haya fallado detectando el voto oculto, es que no se puede medir lo que no tiene una evidencia empírica, una manifestación exterior.

Podríamos repetir la misma operación con el PSOE, a quien todas las encuestas daban entre 1 y 2 puntos por debajo de su resultado final.

En cuanto al resultado de Unidos-Podemos, recordemos que el propio CIS le otorgó una estimación de voto del 25,6% el 9 de junio que se quedaba “solo” en el 23,9% en último sondeo de GESOP para el periódico de Andorra, la noche anterior. La encuesta de NC Report del 17 de junio le otorgaba otro 25% y la de TNS Demoscpia le otorgaba un 24,7% a tan solo una semana de los comicios. Todas las encuestas daban entre 3 y 4 puntos por encima del resultado final de Podemos, un 21,1%

¿Cómo responde la gente a las encuestas?

Partimos de la base de que la gente no miente cuando se le hace una encuesta. Pero sí puede callar. Las encuestas trabajan con respuestas que les permiten hacer estimaciones. Pero no pueden trabajar con silencios. Debemos preguntarnos por qué una parte de la sociedad no quiere contar lo que votará o ha votado. Una posible respuesta  se llama “espiral de silencio”, descrita  por la politóloga Elisabeth Noelle-Neumann en su libro La Espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social (1977).

En ese libro, Noelle-Neumann estudia cómo la sociedad amenaza con el aislamiento a los individuos que expresan posiciones contrarias a las asumidas como mayoritarias o aceptables, de tal forma que el comportamiento del público está influido por la percepción que se tiene del clima de opinión dominante. La tendencia de la espiral es a enmudecer a quienes prestan o tienen posiciones diferentes a las mayorías.

La teoría de la espiral del silencio parte del supuesto básico de que la mayor parte de las personas tienen miedo al aislamiento y, al manifestar sus opiniones primero tratan de identificar las ideas, para luego sumarse a la opinión mayoritaria o consensuada. En esta disyuntiva la principal fuente de información serán los medios de comunicación, y ahora, por cierto, las redes sociales, que definirían el clima de opinión sobre los asuntos de que se trate. Las encuestas no han fallado, simplemente han reflejado lo que la sociedad decía, pero no lo que callaba. Por qué callan, por qué se avergüenzan de votar a una u otra opción, es un tema que merece ser estudiado para comprender lo que está ocurriendo.

Antonio Asencio
Doctor en Ciencias de la Información y Director de comunicación de Sigma Dos

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