Gerardo Iracheta, presidente de SigmaDos, escribe hoy en El Mundo un artículo en el que repasa el estado de ánimo de los españoles, la situación económica y el impacto que todos estos elementos pueden tener sobre la política en lo que queda de 2022 y en 2023. A continuación presentamos una versión resumida del escrito, que puede ser leído por completo en El Mundo:

Este va a ser un verano extraño. Por fin descansamos de una pandemia, pero se nos echa encima un otoño con restricciones de otro tipo. Cuando en la Grecia Antigua se hicieron comunes los tiempos complicados, los filósofos griegos se inventaron dos salidas opuestas: o bien afrontaron las dificultades con ánimo festivo y hedonista, exaltando el carpe diem hasta límites desconocidos (los epicúreos); o bien se hicieron austeros y resistentes, alejándose del duro mundo a la espera de que amainara el temporal (escuela estoica).

Como en aquella época, vivimos en una difícil dicotomía: la necesidad de volver a una normalidad, cuya alteración sentíamos como un hurto del destino, choca con un nuevo «cisne negro», el de la guerra en Ucrania y sus consecuencias económicas. Este verano… ¿debemos disfrutar o ahorrar? ¿Seremos hedonistas o estoicos? Esa es la cuestión. 

Como dijo Borges, del futuro solo podemos saber que será distinto del presente. Sin embargo, en franca y desdichada contradicción con el escritor bonaerense, está demostrado que los humanos padecemos un sesgo cognitivo que nos empuja a creer que el futuro se moverá en los límites de lo conocido. Para nuestra mente imperfecta, lo experimentado compone el mapa total de las posibilidades futuras.

Esto es lo que el pensador de origen libanés Nassim Taleb bautizó como el «problema de Lucrecio», en honor al gran escritor latino quien en su libro De rerum natura (De la naturaleza de las cosas) dejó escritas cosas como: … Así como parece grande un río/ A quien no vio jamás otro más grande. El problema de Lucrecio indica que nuestra idea del porvenir excluye activamente la incertidumbre. Nuestra mente tiende a rechazarlo y a agarrarse a lo conocido. Según Taleb, los humanos caemos en esta trampa desde hace miles de años.

Es lógico preguntarnos por lo que está pasando este verano de 2022. La inflación está en dos dígitos, se cancelan miles de vuelos, las colinas se tiñen tristemente de fuego y la ola de calor nos obliga a poner el aire acondicionado a medio gas ante la amenaza de una factura recalentada. 

¿Cómo influye el verano en la política? Aunque el invierno venga frío, esperamos de quienes llevan el timón algo más que predicciones. Porque si no, tal vez sean ellos, y no nosotros, quienes no lleguen al verano de 2023. Feliz agosto.

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