El próximo 3 de noviembre, los estadounidenses elegirán presidente en un contexto de durísima confrontación entre Donald Trump y Joe Biden, y en un escenario político marcado por la pandemia del COVID19.
Con más de 7 millones de contagiados (incluyendo el presidente y su círculo más cercano) y 210.000 fallecidos, con la economía y el empleo (antes de marzo, las bazas principales de Trump para su reelección) lejos de una recuperación vigorosa, todo indicaría que las opciones de Biden son sólidas.
De hecho, el ex vicepresidente de la administración Obama y candidato del Partido Demócrata, mantiene desde hace meses una clara ventaja a nivel nacional, y también en algunos de los llamados “battleground states” del Medio Oeste.
Pero tras la sorpresa de 2016 los analistas y las campañas mantienen la cautela, y las encuestas continúan ofreciendo un escenario abierto a 26 días de las elecciones.
Aquí os dejamos un resumen.
¿Qué reflejan a nivel nacional las encuestas?
El caótico debate del 29 de septiembre (y la incertidumbre de los días siguientes, cuando se supo que Trump había dado positivo en coronavirus) no ha cambiado una tendencia firme desde hace meses: Joe Biden lidera las encuestas de voto a nivel nacional.
Con una media de 9 puntos de ventaja sobre su oponente republicano, el voto popular favorecería ampliamente a Biden, ventaja que se ha mantenido consistentemente a lo largo de todo 2020.
Sin embargo, incluso si Biden obtuviera la mayoría del voto a nivel nacional (un resultado probable), el ex vicepresidente puede no tener garantizado el triunfo. De hecho, Hillary Clinton tuvo 2,9 millones de votos más que Donald Trump en 2016.
Y es que el sistema electoral de las elecciones presidenciales en Estados Unidos se basa en la elección semi directa: será presidente quien obtenga el número mágico de 270 votos en el Colegio Electoral (sobre un total de 538), un órgano de electores de los estados cuya forma actual se origina a fines del siglo XIX, y donde unos pocos estados, precisamente los “battleground states”, tienen un peso decisivo.
¿La incógnita? No está aún claro que Trump no vuelva a llevarse esos votos en 2020.
¿Qué ocurre con los estados que dieron a Donald Trump la victoria en 2016?
Si en los años 80 y 90 la estrategia de los dos partidos pasaba, necesariamente, por ganar los estados al sur de la “Mason–Dixon Line”, los cambios demográficos y de la estructura socioeconómica del país han provocado un viraje de aquella estrategia y una relativización del peso de los estados del sur: en 2020, todos los ojos miran a los estados del Medio Oeste, tradicionalmente demócratas pero que Trump ganó en 2016: Wisconsin, Michigan, y el estado crucial, en el límite (imaginario) entre el Medio Oeste y el Noreste, Pennsylvania.
Estos estados, de tradición industrial y muy afectados por la deslocalización de las fábricas manufactureras desde los años 80, suman 46 votos del Colegio Electoral. Donald Trump, en una de las muchas sorpresas de 2016, ganó en todos estos estados del hasta entonces “blue wall” demócrata, y, con ellos, la elección:
- Pennsylvania: con 20 votos electorales, Pennsylvania votó demócrata en 7 de las últimas 12 elecciones presidenciales, y en 10 de esas 12 elecciones quien ganó el estado se convirtió en presidente. Trump ganó el “Keystone State” con un margen de apenas 0,7 % de los votos. Según la media de encuestas a nivel estado de los últimos meses, Biden se impondría en Pennsylvania por alrededor de 7 puntos.
- Wisconsin: un estado “azul” que ha votado demócrata en 8 de las últimas 12 elecciones presidenciales, los resultados de Wisconsin suelen reflejar el desenlace nacional: en 9 de esas 12 elecciones, el candidato que ganó en el estado se convirtió en presidente. En otra de las sorpresas de 2016, Trump ganó Wisconsin con un margen de 0,7 % de los votos, pero suficientes para llevarse los 10 votos electorales del estado. Según la media de encuestas estatales de los últimos meses, Biden se impondría al presidente por entre 5 y 8 puntos.
- Michigan: co 16 votos electorales, Michigan ha votado demócrata desde 1992. Excepto en 2016, cuando, en otra de las sorpresas de ese año, Trump ganó en el estado con un margen de apenas 0,2 % de los votos. Según la media de encuestas de los últimos meses en Michigan, Biden se impondría al presidente por entre 6 y 9 puntos en 2020.
¿Cuáles serán las claves?
La clave, entonces, estará no solo en qué candidato se imponga en el voto popular, sino en quién se lleve los “battleground states”. Y en 2020, además, tenemos dos estados competitivos, esto es, que pueden ganar tanto demócratas como republicanos: Arizona y North Carolina, con 11 y 15 votos electorales respectivamente.
Tras el batacazo de 2016, The New York Times y sitios como Real Clear Politics y Five Thirty Eight han apostado por un tracking de encuestas ponderadas por media e histórico de “aciertos” de la institución que las realice, incluyendo estudios que se remontan a principios de 2019 y las encuestas que se están publicado día a día en las últimas semanas antes del decisivo Election Day.
A día de hoy, Joe Biden ganaría en todos los “battleground states”, con un margen de +9 en Michigan, +8 en Wisconsin y +7 en Pennsylvania, y sería muy competitivo en Arizona (que solo ha votado demócrata en una elección de las últimas 12, en 1996, a Bill Clinton), en Florida y North Carolina.
Si los resultados del 3 de noviembre terminan reflejando estas medias, el candidato demócrata se convertiría en el 46º presidente de los EEUU.
Pero aún faltan tres semanas y, como ya nos enseñó la recta final de las elecciones de 2016, (casi) todo puede pasar.
Román Espino