El pasado 29 enero, el Partido Socialista francés eligió como candidato al Elíseo a Benoît Hammon, lo que supone un giro a la izquierda (curiosamente, cuando la ultraderechista Lepen lidera los pronósticos) y representa una derrota del «aparato» del partido, representado por Manuel Valls. Sin embargo, los sondeos sitúan en quinto lugar al PS en las estimaciones sobre las elecciones presidenciales, que se celebrarán en abril, por lo que, de cumplirse ese pronóstico, no llegarían a una segunda vuelta. Un hecho llamativo, porque en 40 años los socialistas siempre han llegado a los comicios finales, salvo en 2002.
No obstante, la caída del PS francés no es un hecho aislado. Los partidos socialdemócratas europeos están atravesando una crisis y las encuestas no les auguran el papel crucial que jugaban hace unos años.
En el caso español, tal y como muestra el último estudio de Sigma Dos publicado por El Mundo a principios de enero, el PSOE habría sido superado por Unidos Podemos en intención de voto. La pérdida progresiva de votantes es una realidad desde hace varias legislaturas. Mientras que 1982 los socialistas alcanzaron su techo al lograr 202 diputados, en los últimos comicios de junio del año pasado se quedaron en 85.
Un caso similar le está sucediendo al SPD alemán. El primer partido socialdemócrata del mundo, con 150 años de historia, que diera dirigentes célebres como Willy Brandt, ha perdido la mitad de los votantes en menos de 20 años tras ser superados en varias elecciones regionalistas por Alternativa para Alemania, fundado en 2013. El país germano celebrará comicios el 24 de septiembre y los sondeos no reflejan la posibilidad de que el SPD pueda formar una alternativa de izquierdas frente al CDU de Merkel.
En Italia las expectativas no son mucho mejores para el Partido Democrático. Después de que Renzi tuviese que renunciar tras perder un referéndum crucial, las últimas encuestas publicadas, sitúan al Movimiento 5 Estrellas empatado con el PD y a ambos sin ninguna posibilidad sencilla de formar gobierno.
Sin embargo, el caso más extremo de pérdida de hegemonía socialista se vivió en Grecia, cuando el PASOK pasó de dominar entre el 35-45% de los votos a quedarse en apenas un 5% en 2012.
Las causas de esta crisis, según muchos análisis, podrían situarse en el debilitamiento del Estado de Bienestar por las políticas de austeridad que se aplicaron a raíz de la crisis económica y el cambio social impuesto por la globalización. Los partidos socialdemócratas no habrían sido capaces de ofrecer una alternativa económica real al neoliberalismo, y se habrían centrado en cuestiones identitarias y la defensa de las minorías. Una política con escasa incidencia en el reparto de la riqueza que, en época de crisis, cuando lo que está en juego es la exclusión social por motivos económicos, habría generado una pérdida del electorado y su división interna. Una segunda explicación apunta a antes de la crisis e indica que el reclamo clásico de los partidos socialdemócratas, la defensa del Estado del Bienestar, es compartida por un amplio número de partidos, incluidos los de centro derecha. El que se les haya “robado” la agenda social también habría debilitado su posición en relación a otras opciones.
En estos últimos meses se ha constatado que en los partidos donde los militantes eligen a sus líderes –PSOE, PS francés, Labours– cúpula y bases difieren, ratificando el distanciamiento que existe con el electorado.