Tras setenta días de gobierno en el Palacio del Elíseo, Macron comienza a ver minada su popularidad. Si bien en elplano internacional el Presidente de la República sigue gozando de una imagen muy positiva, en el ámbito doméstico no se da la misma situación.

Según un sondeo realizado por el Instituto Francés de Opinión Pública (lfop) y publicado por “Le Journal du Dimanche” en el mes de julio, el índice de satisfacción de la ciudadanía francesa sobre Emmanuel Macron se desplomó hasta diez puntos. Habría que remontarse hasta el año 1995 para encontrar una situación parecida en los 100 primeros días de mandato, la cual se dio con Jacques Chirac entre mayo y junio de ese mismo año, tramo en el cual perdió 15 puntos.

En el siguiente enlace puede consultar el infográfico comparativo de las popularidades de los diversos Presidentes de la República francesa: https://infogram.com/cote_de_popularite_des_presidents_a_trois_mois_barometre_ifop_jdd

Macron pasó del 64 al 54 por ciento de aceptación, al igual que su mano derecha, el primer ministro Edouard Philippe, quien también vio desplomada su popularidad con ocho puntos menos (de 64 a 56 por ciento), según la encuesta arriba mencionada.

Otra encuesta confirma esta tendencia desfavorable, esta vez realizada por Ipsos y publicada por “Le Point”; pone así encima de la mesa que las opiniones críticas y desfavorables hacia el presidente aumentaron en 15 puntos (del 27 al 42%) y en 12 las del primer ministro.

Es imposible atribuir este desplome a una única causa, sino más bien a un cúmulo de factores que han redundado en detrimento del Elíseo y que puede llegar a ser aún más preocupante para el gobierno francés. Encontramos hasta cuatro razones que podrían estar detrás de esta dinámica.

En primer lugar podríamos mencionar la inminente reforma laboral que Macron está preparando para final de verano, en el punto de mira de sindicatos y otras formaciones políticas, que ya están organizando manifestaciones de cara a septiembre. En palabras de Jérôme Fourquet, director del departamento de Opinión de lfdop, “para Emmanuel Macron, la entrada en la atmósfera ha sido brutal”, en lo que tiene que ver con la evolución del Presidente en sus dos primeros meses de gobierno.

Un segundo factor podría identificarse con el fuerte pulso que mantuvo Macron con el Estado Mayor francés, que desembocó en la dimisión del general Pierre de Villiers. Este enfrentamiento provocó que gran parte de los partidos del escenario francés criticasen duramente la acción del presidente, al que acusaron de una postura autoritaria, forzando la marcha de Villiers tras las críticas de éste.

Además de Villiers, otras figuras decisivas de su gabinete (François Bayrou, ministro de Justicia; Marielle de Sarnez, ministra de Asuntos Europeos; Sylvie Goulard, ministra de Defensa y quien había sonado para primera ministra, y Richard Ferrand, a la cabeza del Ministerio de la Cohesión territorial, mano derecha de Macron en la campaña presidencial y creación del partido) tuvieron una corta vida política y pueden haber afectado a este descenso de popularidad.

Un tercer factor que redundó negativamente para el ejecutivo francés son los planes de aumentar la contribución social común para la Seguridad Social, conflicto que inquieta especialmente a los jubilados, así como las rebajas fiscales y el descenso de gasto público que sorprendió a la ciudadanía francesa. El efecto de esta sorpresa a dado lugar a una fuerte pérdida de popularidad, 25 puntos entre los electores de los centristas MoDem (aliado de Macron durante las elecciones) y  de 11 puntos entre los conservadores Republicanos.

Un cuarto factor a considerar sería la estrategia de comunicación del equipo de Macron. Si bien desde fuera se ve como algo positivo, la política basada en la comunicación en Francia se ve con suspicacia. Aunque el jefe del ejecutivo haya sabido llevar a su terreno a Putin y Trump “algunos encuestados critican en voz alta una presidencia basada en la comunicación”, señala Fourquet.

A pesar de este descenso de popularidad, es necesario mencionar que la pérdida de confianza no tiene por qué ser un indicativo del futuro del presidente a lo largo de su mandato. Otros presidentes como el socialista François Miterrand no superaba el 48% de aprobación en septiembre de 1981 y pese a ello perduró en el poder 14 años. François Hollande en julio de 2012 contaba con una aceptación de 56% y, sin embargo, finalizó su mandato con una imagen muy degradada. Es paradójico que el presidente con mejor cota de popularidad durante los primeros meses de gobierno (66% julio del 2007) no fue reelegido.

Vemos por tanto que la popularidad del Presidente de la República es un elemento a tener en cuenta, pero por sí sólo no debe ser analizado.