Alemania contendrá la respiración hasta el próximo 2 de marzo, día en que vence el plazo para que los militantes del SPD, el partido socialdemócrata, decidan sobre el preacuerdo de “gran coalición” con el bloque conservador de la canciller Angela Merkel. Casi medio millón afiliados están llamados a participar por correo en una consulta vinculante, que puede resultar decisiva para el futuro político de Alemania y de Europa, una complicada decisión en una ya de por sí inusual situación del país centroeuropeo.
El escepticismo cunde entre las filas del SPD, y no pocos perciben el acuerdo como perjudicial para el partido, que en las últimas elecciones obtuvo el peor resultado de su historia. La renuncia del ahora exlíder, Martin Schulz, quien acordó con Merkel reeditar la “gran coalición” tras una rotunda negativa inicial, trasladó el peso de la decisión a las bases. Torsionados entre la preservación del interés partidario frente a la desafección del electorado, el avance de la ultraderechista Alternative für Deutschland (AfD) y el sentido de estado que adujo Schulz para aceptar el preacuerdo, los militantes tendrán la palabra final, que será de carácter vinculante definitivo si hay una participación mínima del 20%.
Angela Merkel
Ninguna de las dos opciones parece convencer completamente y la incertidumbre es total. En el caso de que ganara el SÍ, Merkel (que ha sufrido un desgaste importante en la anterior legislatura, especialmente por la crisis de los refugiados), podría ser investida como canciller durante la primera quincena de marzo y acceder a su cuarto mandato. Pero si se impusiera el NO, solo restaría la posibilidad de nuevas elecciones o un gobierno de minorías, opción, esta última, improbable, y para la que no existen precedentes en la historia alemana posterior a la Segunda Guerra Mundial.
De lo que no parece haber dudas es de que la consulta está marcada por la división entre las bases y las primeras filas del partido, evidenciada por llamamientos y movilizaciones. Por un lado, la dirección del partido, encabezada por Andrea Nahles, que figura como la principal candidata para sustituir a Schulz y presidir el SPD, insta a los militantes a votar por el SÍ, y presenta como principal argumento las concesiones obtenidas en las negociaciones previas con Merkel, entre ellas las carteras de Finanzas y Exteriores. Por el otro, el sector que se opone al acuerdo y que reúne a un amplio sector del ala izquierda del SPD y de las juventudes del partido, los Jusos liderados por Kevin Kühnert, con un abierto rechazo al acuerdo de coalición y una apuesta por la renovación y regeneración del partido.
Martin Schulz, exlíder del SPD, y Kevin Kühnert, líder de Jusos y opositor al acuerdo de gran coalición
Con todo y a pesar del dramatismo, no es la primera votación decisiva en la que participan los militantes del SPD, ya que el acuerdo de coalición de la anterior legislatura también fue sometido a consulta interna. Entonces, el pacto con Merkel obtuvo el visto bueno del 75% de los afiliados del SPD que participaron en la votación. Sin embargo, la situación de 2018 es completamente distinta a la de 2013. No solo el SPD obtuvo en las elecciones de 2017 el peor resultado de su historia, sino que continúa cayendo en las preferencias de los alemanes. En una encuesta del Instituto demoscópico Insa para el diario Bild, realizada entre el 16 y el 19 de febrero, el SPD apenas obtuvo un 15,5 % de las preferencias, y fue superado por el AfD, que con un 16% de las preferencias resultaría segunda fuerza política en el país si se celebraran elecciones generales.
Estos datos ensombrecen aún más la situación para el SPD y colocan a los militantes ante una perspectiva nada promisoria: o unas nuevas elecciones, en las que probablemente empeorarían sus resultados, o participar en una coalición que no parece gustar completamente a nadie.