Notas sobre las elecciones presidenciales: de Andrew Jackson a Donald Trump. Por Manuel Mostaza Barrios.

El resultado de las elecciones celebradas esta semana en los Estados Unidos ofrece varios aspectos de interés que pueden ser analizados de manera somera para entender lo que ha pasado y las consecuencias de dicha elección.

En primer lugar, es importante destacar, antes de analizar los resultados, que Donald Trump será el próximo presidente de los EEUU gracias al sistema electoral del país norteamericano. Si los EEUU, un país sin problemas graves de secesionismo, tuviera un sistema proporcional o funcionara como un solo distrito electoral la presidenta seria Hillary Clinton, ya que la candidata demócrata obtuvo casi 250.000 votos más que el candidato republicano. Esto demuestra que lo importante de los sistemas electorales es que sean asumidos por todos, no que sean más o menos justos, ya que traducir voluntad ciudadana a reparto de poder es siempre una tarea más compleja de lo que parece.

Cuando se realiza un análisis más profundo de los datos la conclusión principal que se obtiene es que los Estados Unidos es un país claramente polarizado: la diferencia entre los dos candidatos más votados ha sido de apenas dos décimas por lo que ni puede hablarse de victoria arrolladora de Trump ni de derrota clara de la candidata demócrata. Esta polarización muestra también la fractura electoral que divide al país: en las áreas urbanas la victoria de Hilary Clinton ha sido clara: ha ganado en todas las ciudades de más de un millón de habitantes y en gran parte de las dos costas del país, mientras que en las áreas rurales y en las zonas de interior la victoria ha sido en general de Donald Trump. En este sentido, es interesante destacar lo que ha ocurrido en el conocido como Rust Belt (cinturón oxidado), la región del medio este muy afectada por el cambio de modelo productivo y el cierre de las grandes fábricas que ha pasado de votar demócrata a votar republicano de manera mayoritaria.

Las encuestas celebradas a pie de urna señalan que al candidato populista lo han votado básicamente los varones blancos y las personas mayores, mientras que la candidata demócrata ha encontrado gran parte de sus apoyos entre las minorías y los jóvenes, manteniendo así una tendencia que parece irse consolidando en los últimos años en el país. Es interesante destacar conforme a estas encuestas, que, por ejemplo, aquellos que son recelosos a la apertura comercial o que consideran que el terrorismo es un gran problema para el país han votado de manera mayoritaria a los Republicanos, mientras que los que consideran prioritaria la economía o la política exterior se han destacado de manera clara por los Demócratas.

Vemos por lo tanto que gran parte de las rupturas que se están produciendo en varios países de Europa (por ejemplo la fractura generacional, la de los patriotas frente a los cosmopolitas…), ocurren también en los Estados Unidos, un país que está sufriendo como todas las democracias occidentales el embate del populismo. Y sin embargo, no es la primera vez que un candidato que es tachado de ignorante y demagogo llega a la Casa Blanca. En el siglo XIX, Andrew Jackson, un huérfano pobre y semianalfabeto, curtido en la frontera de Tennessee y con varios problemas con la justicia consideró que era su obligación presentarse a las elecciones para, según sus propias palabras, “emprender una limpieza general» en la corrupta ciudad de Washington. Aunque en 1824 ganó las elecciones en votos populares, el Congreso le arrebató la presidencia. Fundó el Partido Demócrata para movilizar a la población y con él llegó a la Casa Blanca, en la que permaneció entre 1829 y 1837. Con Jackson se produjo de manera definitiva la incorporación de la población a la vida política, frente al sesgo aristocrático que los Padres Fundadores habían dado a la Constitución cincuenta años antes, ya que fue el primer político norteamericano que apeló al pueblo para legitimar sus decisiones. Veremos si casi dos siglos después, las continuas apelaciones del nuevo presidente Trump a “la gente” le permiten gobernar dos legislaturas como a Andrew Jackson.

Manuel Mostaza Barrios (Director de Operaciones de Sigma Dos)

Más
noticias

Más noticias