El Padre Ángel (Mieres, 1937) mantiene la misma energía que siempre. Preside, desde que la fundara él mismo, la ONG Mensajeros de la Paz. Con los años, se ha convertido en una organización irreemplazable en la defensa de los más vulnerables. Esta labor se suma a la que desarrolla desde su parroquia, la iglesia de San Antón, en pleno corazón de Madrid,  que permanece abierta las veinticuatro horas del día, para alojar y dar desayuno a personas sin techo.

Una de las iniciativas que más se identifica al Padre Ángel es el impulso del Día del Abuelo, que desde 1999 se celebra cada 26 de julio. Sigma Dos ha sido la encargada de realizar el estudio sobre la percepción social del papel de los abuelos en la sociedad española. Un diagnóstico que nos mueve, como sociedad, a seguir trabajando, pues nos alerta de la figura de las personas mayores está poco (46,1%) o nada (21,9%) valorada por la sociedad. Tan solo un 6% opina que están muy bien valorados. A pesar de estas señales, el Padre Ángel se muestra optimista y aseguro que cuando vio que las calles se llenaban de personas mayores que reivindicaban la subida de las pensiones, entendió que «los mayores somos capaces de hacer que se nos escuche». Con motivo de esta investigación, entrevistamos al Padre Ángel, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 1994.

  • No es esta la primera ocasión que realizan este estudio, en el que han vuelto a confiar en Sigma Dos, ¿qué les anima a continuar elaborando estos trabajos?

En Mensajeros nos parece vital que aquello que hacemos por tradición (como el Día de los Abuelos, que es una festividad anual) porque se vuelva costumbre no deje de tener un sentido de atención a la actualidad. Por eso, aunque trabajamos todo el año con mayores en nuestras residencias y proyectos, nos gusta realizar un estudio con el que aportar nuevas perspectivas a lo bueno, que festejamos, y lo malo, que denunciamos, de la situación de los mayores en nuestra sociedad. Para comprenderla en toda su complejidad.

 

  • ¿Cómo ayudan este tipo de trabajos demoscópicos para el trabajo de Mensajeros de la Paz y a la sociedad en general?

Aportan un conocimiento más profundo. Como decía, por nuestra trayectoria, podemos saber mucho de cómo se sienten los mayores que se encuentran en un centro porque son dependientes, pero a lo mejor no conocemos del todo a ese gran número de personas de la tercera edad que no tiene problemas de salud, pero se ha quedado sola en casa sin la compañía de una familia.

 

  • El estudio muestra que el 6% de las personas mayores no tienen a quien acudir cuando necesitan ayuda, ¿cómo trabaja Mensajeros de la Paz para ayudar a estas personas?

Tenemos cientos de residencias de ancianos, en casi todas las provincias de España. También centros de día, algunos especializados en alzhéimer o ese tipo de enfermedades que traen consigo la necesidad de una estimulación continua. Tenemos un proyecto precioso para combatir el dolor en los enfermos crónicos… Y tenemos muchas ganas de querer a la gente. Yo en la iglesia de San Antón cada día me encuentro con personas que están prácticamente abandonadas. Y me prometo: yo quiero seguir queriendo.

 

  • El 68% de los mayores encuestados considera que la figura de los abuelos no está lo suficientemente valorada por la sociedad, ¿cuáles cree que son esos pequeños detalles que podríamos hacer todos para cambiarlo?

Cuando empecé a ver, hace unos meses, que las calles se llenaban de personas mayores que reivindicaban la subida de las pensiones, supe que cualquier día pasaría. Porque juntos tenemos un poder impresionante, somos capaces de hacer que se nos escuche. Y los mayores se han sentido apartados, pero han sabido hacerse oír. Eso en el panorama político. Pero también pienso que a los abuelos se les empieza por valorar en casa, en el plano íntimo. Que ahí es donde es más sencillo ocuparnos de quererles: escuchar, sonreír, acompañar, cuidar del que está físicamente más torpe que hace unos años.

Recuerdo que, cuando era pequeño, los abuelos eran la parte más preciada de la familia: eran los que nos consentían, los que tenían todas las respuestas porque en su juventud les había pasado de todo, y lo habían afrontado uniendo fuerzas con los vecinos. También recuerdo la tristeza y la falta de libertad que vivimos los que nacimos en una guerra, y me decepciona que haya personas de mi edad que, pese al desarrollo social, ahora mismo estén pasando en sus hogares penalidades parecidas a las de esa época de hambre: sin poder encender la calefacción o sin jubilación suficiente para arreglar la lavadora.

 

  • Si pensara en los próximos estudios de este tipo, ¿cómo esperaría que fueran los resultados para, por ejemplo, la celebración del Día del Abuelo en el año 2019?

Me encantaría que pudiésemos aumentar la parte festiva del día, la del homenaje, y dejar a un lado la reivindicación de derechos porque los abuelos de nuestra sociedad estuvieran, el año que viene, todos satisfechos y tranquilos. Sin problemas económicos en la cabeza. Ocupándose solo de cuidarse y de pasar los años en compañía de sus seres queridos. Sería muy importante y no es imposible: es como lo de la sanidad universal…

 

  • Gracias a la iniciativa de Mensajeros de la Paz, el Día del Abuelo se celebra desde el año 1999, ¿cuáles son los mayores hitos que han conseguido con el paso de los años? ¿Y qué esperan conseguir en un futuro?

Lo que más agradezco es haber logrado que la festividad se institucionalice, que aparezca en las agendas y en España cada vez más provincias, ayuntamientos… se acuerden de montar su propia fiesta dedicada a los mayores.

También, personalmente, me emociona que cada año, en el festejo, contemos con un grupo de curas abuelos: que al quedarse viudos tomaron los votos. Lo veo como una manera muy expresiva de demostrar a la sociedad que la vida alcanza para todo, y que, si tenemos un sueño, podemos cumplirlo a cualquier edad. Sobre todo si con él vamos a ayudar a los demás.

  • Como apunte final, nos gustaría saber qué es lo que les anima a seguir confiando en Sigma Dos para realizar este tipo de trabajos.

Siempre hemos valorado su disponibilidad, su cercanía y su generosidad. No siempre una empresa tan profesional sabe adaptarse al cliente y facilitarle las cosas.