Después de un convulso 2016, marcado por el Brexit, varios países comunitarios se darán cita en las urnas para decidir el gobierno de su país en los próximos meses. Los resultados pueden resultar cruciales para la Unión Europea.
El 15 de marzo, Holanda será el primero en celebrar unas elecciones en las que Geert Wilders, candidato del cuadro nacionalista Partido de la Libertad (PVV), es el favorito. Los sondeos pronostican un parlamento muy fragmentado. Wilders defiende la convocatoria de un referéndum para la salida de la UE y fuertes medidas de restricción a la inmigración. Sin embargo, es difícil que Wilders llegue al gobierno: su principal competidor, Mark Rutte del partido de centro-derecha VVD, está ganando apoyos tras endurecer su discurso contra los extranjeros. Además, todos los partidos parecen decididos a no pactar con Wilders, y en la fragmentada escena del parlamento holandés, las coaliciones son la regla.
El 23 de abril, se celebra en Francia la primera vuelta de las elecciones presidenciales. La victoria, según las encuestas de intención de voto, sería para Marine Le Pen. La dirigente del Frente Nacional es una convencida defensora de la salida del país galo de la Unión Europea y de establecer duras medidas contra los inmigrantes, a los que ha llegado a culpar de los ataques terroristas sufridos por Francia. La victoria de Le Pen no se ve tan clara en la segunda vuelta, que se celebrará en mayo, aunque los sondeos le dan un importante 44% de los apoyos.
El 4 de mayo es el turno de Reino Unido. Aunque, según las palabras de la Primera Ministra Theresa May, la desconexión con la Unión comenzará a finales de marzo, los resultados de las elecciones municipales podrían ser cruciales en el desarrollo del proceso y de los apoyos políticos para el “hard Brexit” que defiende May.
Otros países como Alemania, que irá a las urnas en septiembre, o Italia y Grecia, con un conflictivo panorama político -que augura elecciones anticipadas-, tienen partidos que postulan la ruptura con el establishment europeísta.
La mayoría de los sondeos apunta a que la victoria de los partidos rupturistas con la UE no llegará, o que los resultados que obtengan serán insuficiente para alcanzar mayorías capaces de formar gobierno. Sin embargo, el desafío continúa siendo el “efecto contagio”: que las posturas anticomunitarias puedan modificar las plataformas de los partidos tradicionales o influir en la agenda de los gobiernos.