A tres semanas de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia, el martes tuvo lugar un debate histórico, en el que participaron los once candidatos. Durante casi cuatro horas los candidatos esgrimieron discursos, estrategias e ideas de cara a los retos de Francia para la siguiente legislatura: entre ellos, Europa, la estrategia antiterrorista, el modelo de estado, la corrupción, la inmigración.
En un contexto político europeo delicado, marcado por el inicio del Brexit, las elecciones francesas se dan en un escenario inédito: las encuestas indican una abstención del 34% y un porcentaje de indecisos, 36%, sin precedentes en la Francia moderna.
La crisis del bipartidismo francés ha dado lugar a un sistema altamente fragmentado que la friolera de 11 candidatos escenifica con claridad, y esto en un clima de incertidumbre y polarización: la izquierdista Nathalie Artaud, el antiamericano François Asselineau, el neogaullista Nicolas Dupont-Aignan, la euroescéptica Marine Le Pen o el anticapitalista Philippe Poutou.
Según un sondeo instantáneo realizado por BTMV, una de las cadenas organizadoras, los espectadores señalaron como ganador al candidato de izquierda de “Francia Insumisa”, Jean-Luc Mélenchon, seguido de Philippe Macron. A pesar que el sondeo de BTMV no reflejó intención de voto, otras encuestas apuntan constantemente a Macron y Le Pen como los candidatos que se enfrentarán en la segunda vuelta del 7 de mayo, en la que se perfila Macron como vencedor.
Sin embargo, el alto grado de fragmentación y el debate polarizado, unido al gran número de indecisos y la alta abstención, dificultan la previsibilidad de los sondeos y encuestas que se están llevando a cabo. Tendremos que esperar la llegada de las elecciones, y más precisamente de la segunda vuelta, para conocer al nuevo inquilino, o inquilina, del Elíseo.